ÉPOCA: finales del siglo XVII.
Atribuida inicialmente a José de Mora, los recientes estudios la atribuyen a Diego de Mora.
Se trata de una imagen tallada entera, rompiendo así con el estilo de talla de vírgenes de candelero, en las que solo tienen cara y manos talladas.
La imagen aparece de rodillas y permanece con las manos entrelazadas, en actitud de rezo y oración ante la muerte de Su Hijo en la cruz e inclinando levemente la cabeza a la derecha .
Porta rostrillo blanco de viuda y túnica del mismo color, con un manto de pliegues agitados de color azul oscuro con una franja dorada que la rodea.
Su rostro, de singular belleza, destaca por el arqueo de sus cejas, mostrando un dolor contenido. Con la mirada baja, de sus tristes y desconsolados ojos caen seis lágrimas.
Durante muchos años, por los caracteres que presenta la escultura han hecho pensar en Diego de Mora, puesto que se parece a la serie de Dolorosas salidas de la mano de este artista; es fácil apreciar el parecido con la famosa Virgen de la Soledad, de la iglesia de Santa Ana de Granada.
Los recientes estudios parecen indicar que procede de la Iglesia de la Virgen de los Dolores, iglesia del Oratorio de San Felipe Neri.
El Jueves Santo acompaña al Señor de la Caridad en la estación de penitencia.
A día de hoy , la imagen ha sido sometida a tres restauraciones: la primera realizada en 1939 por D. Rafael Díaz Peno en el momento de la refundación de la hermandad, en el año 1980 D. Luis Álvarez Duarte también realizó un trabajo sobre la imagen y por último, D. Salvador Molina Ruiz, en el año 2001, acometió la última intervención a la talla de María Santísima.